miércoles, 26 de mayo de 2010

El cielo de los códigos libertinos: evangelio según San Lawrence

Y al quinto día los programadores crearon Internet y los códigos viajaban libres como el viento deslizándose en sus redes. Todo el que lo deseara podían ver su interior sin remordimiento alguno. Pero la civilización llegó y de pronto los amos que los tomaron para continuar su creación del universo vieron en la visibilidad de su intimidad una perdición, y los códigos sintieron vergüenza de andar abiertos y comenzaron a cubrirse. Los más rebeldes seguían viajando descubiertos desde el purgatorio, por eso unos eran buenos con los hombres y otros eran códigos muy malos. Pero los amos de purgatorio no veían en su desnudes una expresión de libertinaje sino un estado natural del universo que habitaban… lo demás eran tapujos creados por el hombre.

Luego de algunos años llegó el mesías, un hombre barbado y tranquilo que comenzó a profetizar sobre la importancia de estos seres descubiertos para el bien de la humanidad.

Este mesías no era enviado del cielo. Sus palabras hablaban del compartir entre los hombres, de multiplicar el pan y sus recetas. El cielo no se mostró a gusto con sus palabras, pero estaba tranquilo porque aquel pobre hombre no tenía más que sus palabras.

Entonces el mesías además de sus parábolas, creo con sus discípulos unas nuevas escrituras y edificaron un mundo donde las leyes no quitaran libertades a los hombres. Pero era un mundo aun imperfecto.

Hasta que un día un rey que había creado un poderoso reino con la ayuda de habitantes de muchas tierras, une su reino con el mundo del mesías y crean un paraíso paralelo al paraíso del cielo en el que los humanos podían habitar y hacer realidad sus deseos.

Así el mesías y sus discípulos, el rey, los nobles y todos los habitantes de este paraíso comenzaron a invitar a los hombres a entrar en él y a seguirlo edificando según sus designios sin necesidad de intermediación divina.

En el cielo de inmediato publicaron tablas morales de la ley para que los hombres no fueran a tomar el camino del mal y se dejaran tentar por toda esta blasfemia. Algunos escucharon el llamado y algunos no lo hicieron; unos porque habían recibido el don de la sabiduría y podían elegir hacerlo o no, otros porque no tenían sobre ellos ninguna lengua de fuego.

En aquel tiempo el cielo estaba preocupado y ahora aún lo está. El mesías y sus discípulos y el rey y su corte, siguen su peregrinación difundiendo su mensaje por el mundo; el cielo envía evangelizadores y misioneros caritativos a todos los continentes del planeta para conservar a sus fieles y evangelizar a aquellos que todavía no conocen el reino de los cielos.

Llegará el día en el que casi todos los hombres estarán en algún cielo. Cada pueblo tendrá el cielo que se merece…